domingo, 10 de abril de 2011

Palafox

LA INFANCIA FITERANA

DEL VENERABLE PALAFOX
(“Investigaciones Históricas sobre Fitero”, V. II, C. IV. 1989.)

Manuel García Sesma

I. Antecedentes

                Casi toda la infancia de Don Juan de Palafox y Mendoza está rodeada y envuelta en misterios. Por de pronto, sigue siendo un enigma cuál y cómo se llamó su verdadera madre. Son personajes enigmáticos los que salvaron y cuidaron a Juanico Navarro (su nombre fiterano). La partida de su bautismo es sibilina. Sus padrinos también son personas nebulosas, etc.

                Como es sabido, el futuro Virrey de Méjico nació en los Baños Viejos, el 24 de junio de 1600. Fue hijo natural de Don Pedro Jaime de Palafox y Rebolledo, futuro II Marqués de Ariza, y de una señora de rango distinguido. Su padre lo reconoció y se lo llevó al castillo de Ariza, en el otoño de 1609. De manera que vivió en nuestra Villa nueve años y pico; es decir, toda su infancia, residiendo en la casa nº 33 de la antigua Calle del Medio, rebautizada Calle Palafox, por acuerdo municipal del 30 de septiembre de 1903. Las placas costaron 15´25 ptas.

II. El ambiente de Fitero en la infancia de Palafox.

                A la sazón, la Villa de Fitero era un abadengo; o sea, un pueblo del que el Abad del Monasterio Cisterciense era el Señor temporal y espiritual. Dicho Abad era entonces un pamplonés muy ilustrado: Fr. Ignacio Fermín de Ibero, el cual rigió la Abadía desde 1592 hasta 1612, en el que falleció; es decir, durante toda la infancia de Palafox. Consta que Fitero tenía entonces unos 320 vecinos; y en 1610, unos 350, según el testimonio de dicho Abad.  Una buena parte vivían en el casco más viejo del pueblo: el Cortijo, el Barrio Bajo, los Charquillos, San Antón y callejuelas adyacentes; y la otra en el casco más reciente: Carnicería, calle del Carmen, de la Loba, de En Medio y del Juego de Pelota. La mayoría se dedicaban a la agricultura y un buen número eran censatarios del Monasterio. En éste, se estaban construyendo, por entonces, el Sobreclaustro, el Refectorio Nuevo y el amurallado y almenado del recinto conventual; y en la iglesia, se estaba terminando la sillería del coro alto. Los médicos de la infancia de Palafox fueron los doctores Miguel Fuertes, Andrés Asturiano y el Licenciado Roncal; y los cirujanos, Juan y Pedro Ximénez. El boticario era Diego Navarro. Había una escuela de niños (de 5 años en adelante), que estuvo a cargo, durante el primer decenio del siglo XVII, de los Maestros Domingo de Espinaga, Bertodano y Juan de Ureña. A la sazón, 1 almud de alubias costaba 1 real; 1 gallina, 2 reales; 1 cántaro de vino, 4 reales; y 1 robo de trigo, 5.

                En este ambiente, nació y se crió Juanico Navarro.                    

III. El enigma de la madre de Palafox.

                ¿Quién fue y cómo se llamó su madre...? Existen dos versiones. La más antigua afirma que fue Doña Lucrecia de Mendoza; y la más moderna, que lo fue Doña Ana de Casamate o Casanate. (De los dos últimos biógrafos más documentados de Palafox, que son D. Francisco Sánchez‑Castañer y Sor Cristina de la Cruz de Arteaga, el 1º la apellida Casamate; y la 2ª Casanate). Anotemos por anticipado que ni Palafox en su Vida interior ni el P. Antonio González de Rosende en su primera biografía publicada de nuestro paisano, dan ningún nombre de su madre ([1]).

                Entre los partidarios de la maternidad de Doña Lucrecia de Mendoza, figuran el biógrafo palafoxiano, Fr. Guillermo Bartoli, dominico italiano; Fr. Antonio de los Reyes, carmelita descalzo español, que tradujo la obra de Bartoli al castellano, añadiéndole un Apéndice interesante; y el catedrático de la Universidad Complutense, Dn. Francisco Sánchez‑Castañer; y entre los partidarios de Doña Ana de Casanate, se cuentan D. Florencio Jardiel, antiguo Deán de la Catedral del Pilar de Zaragoza, el historiógrafo mexicano, D. Genaro García y Sor Cristina de la Cruz de Arteaga, escritora y Priora del Monasterio de monjas jerónimas de Santa Paula de Sevilla. Examinemos someramente sus argumentos.

                Fr. Guillermo Bartoli y Fr. Antonio de los Reyes, defensores de Doña Lucrecia, se basan en las declaraciones de dos testigos del proceso incoado para la beatificación de Palafox e introducido ante la Sagrada Congregación de Ritos en 1698. Estos dos testigos fueron los prebendados de la Catedral de Burgo de Osma, D. Pedro Martínez Arúe y D. Andrés García, los cuales afirmaron que la madre del Venerable fue Doña Lucrecia de Mendoza. El primero “lo sabe por noticias confusas”; y el segundo lo afirma con certeza ([2]). Fr. Antonio de los Reyes añade en su Apéndice a la biografía palafoxiana de Bartoli una revelación sensacional, y es que, siendo Palafox Obispo de Osma, “preguntado por un confidente suyo, prebendado de aquella Iglesia, quién fue su madre, respondió que Doña Lucrecia de Mendoza” ([3]).

                ¿Pero ya hubo, en efecto, tal pregunta impertinente y nada diplomática, siendo notorio que el Venerable fue un hijo natural...? La verdad, a nosotros nos cuesta mucho creerlo.

                E1 Sr. Sánchez‑Castañer ha creído encontrar un argumento definitivo en la primera biografía de Palafox, manuscrita y todavía inédita, debida al P. Gregorio Argáiz, historiador benedictino, que fue algunas veces confesor Capellán de Palafox hasta el último día de su vida. Pues bien, el P. Argáiz, escribe que Palafox “fue hijo de D. Jaime de Palafox y Rebolledo, Marqués de Ariza, y de Doña N. de Mendoza, señora de igual nobleza”  ([4]).  Pero, como se ve, no dice su nombre de pila. A esto replica el Sr. Sánchez‑Castañer que lo oculta por respeto. ¿Por respeto o porque no lo sabía...?, pues resulta que la biografía del P. Argáiz está escrita en 1660 y que el Venerable había muerto el  1-X‑1659; por consiguiente, no tenía por qué andarse ya con respetos y remilgos, sobre todo, tratándose de una biografía manuscrita que no sabía si se publicaría algún día y que, en efecto, no lo ha sido todavía. A nosotros nos parece lo más natural del mundo que el P. Argáiz no supiese el nombre de pila de la madre de Palafox y que lo apellidara Mendoza, por ser el segundo apellido que usaba el Venerable, como si hubiera sido el de su madre.

                Sor Cristina de la Cruz de Arteaga comenta a propósito de la supuesta respuesta palafoxiana a la indiscreta pregunta del anónimo prebendado de Osma, que Palafox, a lo mejor, pudo responder que su primera madre fue Doña Lucrecia de Moncada, su amantísima tía, esposa del Señor de Ariza, D. Francisco de Palafox, I Marqués de Ariza, “y que el apellido era fácil de confundir con el de Mendoza” ([5]). Esta explicación nos parece banal, porque, entre Moncada y Mendoza, hay una clara diferencia fonética y gráfica.

                Por lo demás, poco o nada se sabe de los antecedentes de Doña Lucrecia, por lo que concluye Sor Cristina de Arteaga que su personalidad puede considerarse un mito. De todos modos, es un poco extraño que este mito haya durado, sin contradicción, más de dos siglos. Es cierto que el P. Bartoli no es un biógrafo muy fiable, pues hace gratuitamente Marquesa a Doña Lucrecia y afirma, con desparpajo que se casó con su seductor, después del parto de Palafox, lo cual es completamente falso, pues Don Jaime de Palafox se casó, ya el 18 de julio de 1606, con su joven sobrina, Doña Ana de Palafox Doris Blanes, Señora de Cotes, de la que tuvo dos hijos: Juan y Lucrecia.

                En resumidas cuentas, es posible que la madre del Venerable Palafox se llamase Doña Lucrecia de Mendoza; pero no lo sabemos de seguro.

                Y vamos con la segunda versión; o sea, la de que su madre fue Doña Ana de Casamate o Casanate. De ésta sabemos bastantes cosas. Por de pronto que fue hija del Dr. Francisco de Casanate y de su esposa, Isabel de Espés: los tres de Tarazona, y que nació en esta ciudad, el 17‑XI‑1570. Muy joven todavía, se casó con un señor, apellidado Mendieta, del que tuvo dos hijas, de las que solo sobrevivió la más pequeña. Se quedó viuda prematuramente: una viuda joven, hermosa, rica y culta, aventajada en literatura, labores y pintura. En el otoño de 1599, tuvo su efímera aventura amorosa con D. Pedro Jaime de Palafox, y arrepentida después de ella, ingresó en un convento de carmelitas descalzas y murió en Zaragoza en 1638.


            El primer  biógrafo palafoxiano que lanzó la especie de que la madre del Venerable se llamó en el siglo Ana de Casanate, fue el ya citado Déan del Pilar de Zaragoza, D. Florencio Jardiel, en una conferencia que dio en el Ateneo de Madrid, el 21‑III‑1892, con motivo del Descubrimiento de América, en su 4º Centenario. Versó sobre El Venerable Palafox y fue publicada el mismo año, en un folleto de 44 páginas, por los Sucesores de Rivadeneyra.

                El canónigo Jardiel no aduce, en favor de su aserción, ningún documento que la verifique, sino que se fija en una serie de detalles que da el mismo Palafox acerca de su madre, aunque sin nombrarla, en su Vida interior, y que coinciden, en buena parte, con los de una religiosa, carmelita descalza, llamada Ana de la Madre de Dios, identificándola con ella. En realidad, esa identificación la habían hecho ya los editores carmelitas de las Obras Completas del Venerable Palafox, publicadas en Madrid, en 14 volúmenes, en 1762. En efecto, en el mismo Prólogo (nº VIII) se asienta que “el Venerable Obispo tuvo en los claustros de la Reforma de Santa Teresa, a su madre, que se llamó en la religión, Ana de la Madre de Dios, Carmelita Descalza en el convento de Santa Ana de Tarazona y después, fundadora del de Santa Teresa de Zaragoza” ([6]). Este último era conocido popularmente por el Convento de las Fecetas, porque se debió su iniciativa a D. Diego Fecet  ([7]). Ahora bien, según el Libro de Ingresos y Defunciones de las Religiosas Carmelitas de Zaragoza (pp. 35‑36), que manejó el Déan Jardiel, dicha religiosa se llamó en el siglo Ana de Casanate.

                El historiógrafo mexicano D. Genaro García, en su notable biografía, Don Juan de Palafox y Mendoza, Obispo  de Puebla y Osma, visitador y Virrey de la Nueva España, aceptó la versión de Jardiel, pero sin aportar ningún documento nuevo; y algo parecido ha hecho Sor Cristina de la Cruz de Arteaga, en varios escritos y, sobre todo, en su monumental libro póstumo, Una Mitra sobre dos Mundos: la del Venerable Don Juan de Palafox y Mendoza (Sevilla, Gráficas Salesianas, 1985), ampliando y reforzando considerablemente la tesis de Jardiel.

                Sin embargo, la prueba fundamental sigue siendo la misma: la identificación de la religiosa carmelita, Ana de la Madre de Dios, con la Sra. Ana de Casanate.

                A esa identificación, el Sr. Sánchez‑Castañer, en su opúsculo, La Madre del Virrey de Nueva España, Juan de Palafox y Mendoza, apoyándose en el Apéndice del P. Antonio de los Reyes a la biografía palafoxiana de Bartoli, opone varias objeciones, de las que recogemos y ampliamos las siguientes:

1)       Efectivamente, Ana de Casanate estuvo en los Baños de Fitero, para curarse de una  hidropesía, pero lo hizo el 27 de junio de 1601, según el “Libro de Luis de Casanate, de memorias necesarias de su casa”; es decir, un año y tres días después del nacimiento del Venerable.

                A esto replica Sor Cristina que “la fecha desconcierta, pero es fácil equivocarla en estas memorias familiares, que se apuntan a posteriori” ([8]). Pero hay otros detalles que también desconciertan, como son la diferencia entre hidropesía y embarazo, y en el caso de éste, que viniese a los Baños con algunas criadas, como afirma el P. González de Rosende; es decir, con unos malos testigos del parto que se quería ocultar o, como dice el mismo biógrafo, de quien no era posible esconderse el secreto, que hacía tanto bulto” ([9]).

                2) Según afirma Palafox en su autobiografía, su madre estuvo 30 años en religión y fue prelada diversas veces. Pues bien, Ana de la Madre de Dios estuvo 38 años y solo fue prelada una vez.

                3) Por otra parte, ¿cómo se explica que, a pesar de la clausura, siendo monja de las Carmelitas Descalzas de Tarazona, no tratase de ver y conocer a su hijo, el cual estudiaba entonces en el Colegio de San Gaudioso de la misma ciudad. . . ?

                4) El Cardenal Jerónimo de Casanate, familiar bien cercano de la monja del mismo apellido, fue el primer ponente de la causa de beatificación de Palafox, en 1689, y sin embargo, no se hizo eco de la posible maternidad de su pariente, respecto al Venerable .

                Palafox jamás usó como su segundo apellido Casanate o Casamate, sino Mendoza  ([10]). Y aquí viene la dificultad peor, pues si su madre se apellidaba Casanate, ¿de dónde le vino a Palafox el apellido Mendoza. . . ?
               
                Sor Cristina de Arteaga escribe a este propósito que, “durante toda su juventud, él se firmó exclusivamente con el apellido paterno. Más tarde, al verse en las Cortes de Monzón convidado por el Conde‑Duque (de Olivares) a ir a establecerse en Madrid, comprenderá la conveniencia de buscarse un enlace castellano, que contribuya a su feliz carrera. Mendoza figuraba en el árbol familiar, con la honra debida, en la persona de Doña María de Mendoza, su tatarabuela, hija del Conde de Monteagudo. En cuatro Cardenales de este nombre, había alcanzado gran resonancia su fama eclesiástica. Debió Don Juan consu1tar su propósito en reunión familiar. Porque sorprende en 1625 la primera carta de Doña Lucrecia de Palafox, dirigida a Don Juan de Palafox y Mendoza, mi hermano” ([11]).

                Esta explicación es ingeniosa, pero bastante extraña y para nosotros, poco convincente.

                En fin, nos quedamos en la duda.

IV. Las partidas de bautismo de Palafox.


                La primitiva data del 29‑VI‑1600 y consta en el folio 66 v. del Libro II de Bautizados, Confirmados y Casados, desde 1584 hasta 1623, conservado en el Archivo Parroquial de Fitero. Dice así: “El mesmo día, se baptizó un niño que estubo a cargo de Juan Francés y Casilda. Fueron los padrinos Miguel de Cuenca y Casilda. Llamóse Juan, el qual es hijo de Don Jaime de Palafox, Marqués de Ariza ‑ Firmado: Fr. Miguel de Bea, Vicario”. (En el margen izquierdo, hay unas tachaduras, que borran el primitivo apellido Navarro, que usó en su infancia Palafox).

                Como se ve, es una partida de bautismo bastante sibilina, como la calificamos anteriormente; es decir, oscura y misteriosa, pues no dice claramente quiénes fueron sus padres. Por lo mismo, no es de extrañar que haya extraviado a dos de los mejores biógrafos modernos de Palafox: Genaro García y Francisco Sánchez‑Castañer, y también a nosotros mismos, que nos fiamos de ellos, cuando vivíamos en Méjico y compusimos en Morelia, el 27‑V‑1953, el poema La Infancia del Venerable Palafox (pp. 57‑61 de nuestro POEMARIO FITERANO) y más tarde, el resumen biográfico de las pp. 198‑206 del mismo libro ([12]). EI extravío consistió en tomar como salvadores y padres adoptivos a Juan Francés y a su esposa Casilda, lo cual no es cierto, pues su padre adoptivo fue Pedro Navarro como lo consignó ya el P. Antonio González de Rosende y lo ha demostrado irrefutablemente Sor Cristina de la Cruz de Arteaga. Una de las pruebas es la nueva partida de bautismo que se sacó para el Archivo del castillo de Ariza el 19‑VIII‑1609, autentificada en Tarazona, por el Dr. Gaspar Navarro, el 28‑X‑1609, en la que se añade a la primitiva, bajo la firma de Fr. Juan de Alegría, Vicario, que “el niño estuvo a cargo de Juan Francés y Casilda, su mujer, en que se le encomendó Pedro Navarro Vañero, y fueron sus padrinos Miguel de Cuenca y Casilda Guerrero” ([13]).

                 Por cierto que es un poco extraño, aunque no lo dudamos, que firmara esta segunda partida de bautismo Fr. Juan de Alegría, cuya firma aparece, repetidas veces, en el Libro II citado de la Parroquia, desde el 22‑IV‑1606 hasta el 17‑IV‑1607; pero, desde esta última fecha, hasta el 18‑IV‑1610, la firma que se lee al pie de cada folio, es la de Fr. Martín Gil.

V. Las leyendas de la salvación del recién nacido
               
                Las propagó el P. Antonio González de Rosende, en su clásica biografía palafoxiana. Desde luego, no hay duda de que la madre del Venerable Palafox vino a los Baños de Fitero, con la intención de dar a luz en secreto y desembarazarse del recién nacido, arrojándolo al río Alhama. En eso convienen todos los biógrafos y el mismo Palafox, en su Vida interior. Ahora bien, el P. Rosende, contradiciendo su propia versión de que Pedro Navarro sorprendió a la criada que iba a realizarlo, envuelto en una cesta de ropa blanca que llevaban a lavar, agrega que lo dejaron en el campo algún tiempo, cubierta la cesta con algunas yerbas, o creyendo ahogarle con esta diligencia antes de arrojarlo al río o esperando la oportunidad de la hora para ejecutarlo. Y todavía recoge este cuento melodramático y maravilloso: “Algunos han llegado a persuadirse que tuvo ejecución el intento y que la criada arrojó la cesta en el río, cuyas rápidas ondas la recibieron sin hundirla, condensándose para sustentarla, y que vino a parar y a tomar puerto en un molino, con que, asombrados del prodigio los molineros, recogieron la cesta y hallando dentro de ella un niño, que lloraba el naufragio que no conocía, le escaparon en la caricia y abrigo de los brazos” ([14]).

                Para refutar estas leyendas, baste saber que, a la sazón, la casa de los Baños Viejos era mezquina, en frase del historiador Manuel Abella ([15]); es decir, pequeña y sin comodidades, y que, en julio de 1598, esto es, dos años antes del nacimiento de Palafox, solo albergaba 8 bañistas ([16]) , a los que daban recado los bañeros, Pedro Navarro y su mujer, Ana de San Juan, controlándolos por completo. Así, pues, no es fácil que no se dieran cuenta del estado avanzado de embarazo en que llegó la madre de Palafox, aunque lo disimulase con un guardainfante, y menos aún del parto, que ocurrió a las 8 de la mañana del 24‑VI‑1600. A esa hora, Pedro y su mujer estaban ya seguramente levantados de la cama, y probablemente algunos bañistas, los cuales debieron oír los lloros y chillidos del niño y, tal vez, algunos gritos de la parturienta. De manera que, aun cuando la criada fuese a tirar al recién nacido al río, en medio de las tinieblas de la noche, como afirma el P. Rosende, el bañero, Pedro Navarro, alertado ya y barruntándose que aquellas mujeres tramaban algo feo, al ver que trataban de ocultar el nacimiento, vigiló atentamente sus movimientos y se fue tras la criada, sorprendiéndola en el camino del río e impidiéndole consumar el infanticidio. Esto debió ser la realidad y lo demás, puro cuento.

                Algún lector me preguntará: ¿Y por qué salvó al niño Pedro Navarro...? En primer lugar, por salvar su responsabilidad, porque, si se descubría el crimen, él sería acusado, por lo menos, de negligente o de encubridor. Por otra parte, al hacer cantar a la criada y enterarse de que estaban involucrados en el feo asunto personajes importantes, decidió incluso adoptar al niño, esperando sacar provecho de esta determinación, como así ocurrió.

                No descartamos que, en la salvación del niño, influyera también un sentimiento de humanidad; pero no fue su único móvil, como han propalado algunos biógrafos. Pedro Navarro sabía ya más que algo acerca de esta clase de enredos, como vamos a ver en el párrafo siguiente.

VI. Los familiares fiteranos del niño Juanico Navarro.


                Hacia 1976, nos tomamos el trabajo de hacer averiguaciones a fondo acerca de los vecinos de Fitero, relacionados con la infancia de Palafox. Para ello registramos de cabo a rabo los tres libros parroquiales siguientes: 1) Libro de Bautizados y Casados de 1547 a 1584 (los primeros, de 1547 a 1584; y los segundos, de 1552 a 1583 inclusive); 2) Libro II de Bautizados, Confirmados y Casados de 1584 a 1623; 3) Libro III de Casados y I de Difuntos.

                Por otra parte, proseguimos nuestras investigaciones en el Archivo de Protocolos de Tudela.

                En 1978, comunicamos, por carta del 3‑IX ([17]), nuestros hallazgos más importantes a la distinguida escritora y biógrafa del Venerable Palafox, Sor Cristina de la Cruz de Arteaga, Priora del Monasterio de monjas jerónimas de Santa Paula, de Sevilla ([18]). Todos ellos figuran en su grandiosa biografía palafoxiana, Una Mitra sobre dos Mundos, recogidos en varias notas de las páginas 4, 5 y 29, en las que nos cita nominalmente cinco veces ([19]). Por supuesto, no le comunicamos toda la información descubierta, reservándonos algunos detalles que nos parecieron y nos parecen sospechosos. Dicha información se refiere al salvador y padre adoptivo de Palafox, Pedro Navarro, y a su mujer, Ana de San Juan; a los esposos Juan Francés y Casilda Guerrero, que se cuidaron, en un principio, del recién nacido; a Miguel de Cuenca, que lo apadrinó, juntamente con Casilda; y a su nodriza, María Navarro.

                Nuestras investigaciones no fueron fáciles, pues, para empezar, nos encontramos con la sorpresa de que, cuando nació Palafox, había en el pueblo 10 vecinos, mayores de edad, llamados Pedro Navarro, sin segundo apellido, que no se usaba entonces, de los cuales nueve estaban ya casados, y el décimo se casó al año siguiente. ¿Cuál de ellos fue el que salvó y adoptó a Palafox...? Por añadidura, nos tropezamos con cuatro vecinas mayores, llamadas Ana de San Juan, como la esposa de Pedro Navarro. ¿Cuál fue la mujer de éste...? Por fortuna, encontramos una buena pista en un pequeño detalle ambiguo de la 2ª partida de bautismo de Palafox, sacada para el Archivo del castillo de Ariza, cuando fue reconocido por su padre: Pedro Navarro Vañero. Este Vañero no era su segundo apellido, inusitado entonces, sino su oficio: Bañero de los Baños Viejos, pues, en unos curiosos documentos de junio de 1598, titulados Autos de los milagros de San Pedro del Baño, que habíamos extractado en el archivo de Protocolos de Tudela, consta que los bañeros de entonces eran Pedro Navarro y Ana de San Juan, su mujer  ([20]). ¿Desde cuándo...? No lo sabemos. También ignoramos el año en que nació Pedro Navarro, aunque es lo más probable, por ciertos detalles, señalados en las cartas familiares de Palafox, que fue en 1555 y que su padre se llamó Juan Navarro ([21]). Pedro y Ana se casaron el 17‑X‑1571, siendo sus padrinos Juan de Coloma y Mari Navarro, vecinos del pueblo ([22]).

                Entre 1573 y 1590, tuvieron ocho hijos: 5 varones y 3 mujeres ([23]), de los cuales debieron morir en la infancia dos, que aparecen repetidos con el mismo nombre: María, bautizada el 20 de enero de 1573; y Pedro, bautizado el II de febrero de 1578. En la partida de bautismo del hijo, se dice que Pedro Navarro era entonces sastre. Y ahora viene una incógnita inquietante, pues, tres meses después, se consigna el bautizo de una hija, llamada María, cuyos padrinos
fueron Gracián Navarro y Francisca Navarra ([24]) ; es decir, los mismos que el del 4º hijo. Es evidente que esta niña no podía ser hija del matrimonio, sino de una pareja anónima que se quería ocultar.

                Palafox llama, en su autobiografía, a Pedro Navarro “un venerable viejo” ([25]). Es probable que lo fuera, cuando redactó su Vida interior, pero no cuando nació él, pues su padre putativo solo tenía entonces unos 45 años. Añade que “crióse pobre, porque lo era quien lo criaba”. Efectivamente, no era, a la sazón, un hombre rico, pues su primer oficio de sastre no le debía proporcionar muchos ingresos, dado que tenía en el pueblo dos competidores más: Francisco el Sastre y Medrano el  Sastre. Pero fue protegido por la Abadía, que le nombró Guarda Mayor de los Montes y bañero de los Baños Viejos. Por otro lado, Pedro Navarro era, al parecer, un buen buscavidas y sabía sacar dinero de otras fuentes. Consta que, en 1591, hizo un préstamo de 15 ducados a Juan Francés ([26]). Quince ducados equivalían a 165 reales en moneda de Navarra, y esos préstamos no los podía hacer un pobre corriente. Agreguemos que la adopción de Palafox constituyó para Pedro Navarro una verdadera mina. Asegura el P. Rosende que la madre del Venerable, al enterarse de que vivía su hijo, arrepentida ya y teniendo noticias de la casa en que vivía asistió a su crianza con algunos socorros considerables; y que, más tarde, su padre “vino a conocer a su hijo a Fitero y recompensó largamente las caricias piadosas con que le educaron, en las comodidades con que su generosidad dejó, por muchos años, a aquella honrada familia, favorecida” ([27]).

                En cuanto al puesto de bañero, lo debió ocupar bastantes años, puesto que todavía lo era en 1624. En efecto, en una lacónica partida de defunción de una de sus hijas, cuyo nombre se omite, se lee: “E1 15 de noviembre de 1624, murió una hija de Pedro Navarro, bañero” ([28]).

                Por su parte, Palafox no lo olvidó nunca. Incluso se lo llevó consigo, en su viaje a Alemania, cuando en 1629, Palafox acompañó como capellán y limosnero, a la Infanta Doña María de Austria, hermana de Felipe IV, cuando ésta fue a casarse con Fernando III, Rey de Hungría. Palafox se lo recordaba, en una carta de recomendación, fechada el 10‑VIII‑1638 a su hermano, el III Marqués de Ariza, en la que le decía que “al fin me ha criado a mí y yo a Vª Sª, y nos sirvió mucho y bien en la jornada de Alemania” ([29]). Esta jornada  duró casi dos años, durante los cuales visitó no pocos países de Europa: Francia, Flandes, Italia, Alemania, Hungría, Suecia, etc.

                Cuando Palafox estuvo estudiando, de 1610 a 1615, en el Colegio de San Gaudioso de Tarazona, le sirvió de lavandera y planchadora una hija de Pedro Navarro. Así se lo comunicaba a su padre en una carta del 4‑VI‑1613. “E1 que tiene más cuidado de que yo vaya limpio ‑le decía‑ es Pedro Navarro, porque, como Vª Sª bien sabe, como anda aquí todo tan espeso y como está tan cerca, no hace sino, cada semana, enviar a una hija suya por los paños y tiene cuidado de que cada semana me mude de camisa y balona” ([30]). No cita el nombre, pero es probable que fuera Andresa Navarro, que, en 1610, tenía 25 años, pues la menor tenía 20 (se llamaba Isabel) y no es fácil que la dejasen ir sola, cada semana, de Fitero a Tarazona, a pie o en una acémila. También es probable que fuese Andresa a la que se refiere una nota del tomo I de las Obras Completas de Palafox, durante la estancia de éste en Madrid, como Fiscal del Consejo de Guerra y, a continuación, del de Indias. Dice así: “Cuando servía Palafox en los Consejos cuidaba de disponerle la comida y la limpieza de la ropa una doncella virtuosa, de edad provecta y hábito muy  honrado. Era hija de Pedro Navarro el Viejo, el que lo libró de la muerte y crió al Venerable en su casa y con sus hijos, los primeros años de su vida, y ésta vivía con una criada en una casa inmediata y ministraba lo que se ofrecía, por una ventana pequeña, que caía a la del Venerable Ministro”  ([31]). Esta “doncella virtuosa, de edad provecta” creemos que fuese Andresa, porque Palafox fue Fiscal de dichos Consejos, desde mediados de noviembre de 1626 hasta comienzos de abril de 1640, en que marchó a México. Ahora bien, en 1626, Andresa tenía ya 41 años; y en 1640, cumplió 55. De manera que sirvió a Palafox en la Corte, durante 14 años; y es de suponer que, al trasladarse a la Nueva España, no la dejó en el desamparo.
               
                Hacia el final de la primavera de 1638, Pedro Navarro, que ya tenía 83 años, debió caer enfermo y Palafox lo recomendó a su hermano, el III Marqués de Ariza, “si acaso fuese a esa Villa a convalecer”. Esta Villa era Ariza, y la carta lleva fecha de 10 de julio de dicho año. Todavía le insistió en otra carta del 12 de septiembre siguiente, diciéndole:  “Lo que toca a Pedro Navarro, no tiene Vª Sª de darle cuidado, porque no quiero yo que tenga otro oficio que el darle el brazo a mi hermana y acudir a lo que Vª Sª mandare y tener cuidado del niño (sobrino de Palafox) y no ha menester gastar Vª Sª con él más que sustentarle, que lo que es vestido, gages y salario, yo se lo daré”. Aún insistió el 25 del mismo mes, en que acogiera bien a Pedro Navarro, “en llegando a ese castillo, porque es la persona a quien yo más quiero” ([32]), pidiéndole que le diese “un vestido de terciopelo negro, para que luzca”. De esta carta se desprende que, efectivamente, Pedro Navarro se trasladó entonces a Ariza.

                               Durante su enfermedad, Pedro Navarro debió hacer testamento en Fitero, a juzgar por una referencia al folio 441 del Protocolo de Miguel Urquizu de 1638, en el que se encontraba el testamento de un Pedro Navarro, Granadino Mayor (sic.). Dicha referencia figura en un Inventario de las escrituras de ese año y de otros; pero, al buscarlo nosotros en el Protocolo de 1638, resultó que había desaparecido.

                ¿Murió, por fin, Pedro Navarro en Ariza o en Fitero...? Lo ignoramos. En el Libro III de Casados y  I de Difuntos de la Parroquia, que alcanza hasta los fallecidos en 1645, figura en el folio 304, una lacónica partida de defunción que reza así: “Pedro Navarro murió el 16 de septiembre de 1644 y se le hizo entierro ordinario, en el cementerio”. La firma el Vicario Fr. Juan Urdín. Si se refiriera al padre adoptivo de Palafox, es claro que éste habría muerto a los 89 años. Pero dudamos mucho de que se le hubiera hecho un entierro ordinario, en el cementerio, y no dentro de la iglesia, como se venía haciendo con los vecinos algo acomodados, desde hacía una veintena de años. En fin de cuentas, tenemos que confesar que no sabemos cuándo ni dónde falleció.

María Navarro, nodriza de Palafox.

                Y vamos a ocuparnos de los otros familiares de la infancia de Palafox. Por de pronto, de su nodriza. El P. González de Rosende afirma que fue una “prima hermana” de Pedro Navarro, llamada María Navarra. Por entonces, “se hallaba criando un hijo; adoptó al advenedizo por propio y le dio el pecho todo el tiempo que para ello tuvo disposición, que fueron solamente nueve meses, porque, al cabo, se sintió nuevamente preñada y así fue forzoso destetarle, por no ser posible vencer que mamara de otro pecho” ([33]).

                Nosotros no estamos muy seguros de que la nodriza, María Navarro, fuese “prima hermana” de Pedro Navarro y hasta sospechamos que se trata de la misteriosa niña, del mismo nombre, atribuida a Pedro Navarro y a su mujer, y bautizada el 6‑XI‑1580 ([34]), como ya hemos anotado anteriormente. En todo caso, es cierto que la nodriza María Navarro se casó hacia 1598 con Jerónimo López y tuvieron un hijo, que fue bautizado el 17‑X‑1599, con el nombre de Cosme, siendo sus padrinos precisamente Pedro Navarro – padre adoptivo de Palafox – y Catalina Melero ([35]). Ahora bien, como Palafox nació el 24‑VI‑1600, es decir, nueve meses después, es evidente que María Navarro estaba en condiciones de amamantar al pequeño Juanico y, por consiguiente, que Palafox fue hermano de leche de Cosme López.

Juan Francés y Casilda Guerrero, padrinos de Palafox.

                Vamos a ocuparnos, a continuación, del matrimonio, Juan Francés y Casilda Guerrero. Ya hemos visto que, en la partida de bautismo de Palafox, se hace constar que estuvo a cargo de Juan Francés y Casilda, y que Casilda fue su madrina. También son una pareja misteriosa.

                ¿Cuándo y dónde nacieron ambos...? Ninguno de los dos aparece entre los bautizados en Fitero entre 1555 y 1584. Ahora bien, como se casaron en 1591, y, al parecer, se casaron jóvenes, tenían que haber nacido entre esos años. Tampoco se sabe nada de los padres de Casilda Guerrero, pero consta que tenía hermanos que no vivían en Fitero, y unos tíos en Corella, llamados Juan y Catalina Navarro. Por otra parte, Pedro Navarro ‑el padre adoptivo de Palafox‑ aparece como tutor de Casilda en Fitero. Y uno no puede menos de hacerse esta pregunta: ¿y cómo se explica que teniendo hermanos y tíos fuera de Fitero, viviese Casilda en el pueblo, como si fuera una menor, huérfana de padre y madre, bajo la tutela de Pedro Navarro...? La verdad, no lo comprendemos. La partida de casamiento de Juan Francés y Casilda Guerrero también tiene su misterio. Dice así:  “E1 7 de julio de 1591, se casaron Juan Francés y Casilda Navarra (sic). Fueron testigos Andrés de Cuenca y Francisca  Barea ‑ Miguel de Bea, Vicario” ([36]). Es decir que, en lugar de escribir Casilda Guerrero, se consigna Casilda Navarra, ocultándose su verdadero apellido y poniéndole el de su tutor, feminizándolo. ¿Por qué...? Nuevos misterios. Pero todavía hay más. Ya hemos anotado que no logramos localizar la partida de bautismo de Juan Francés; pero ahora resulta que su padre había abandonado a su madre, Mari Pérez, y a él mismo ‑ recién nacido o por nacre- y estate en parade desconocido, desde hacía más de cuatro lustros . ¿Por qué... ? Otro enigma. En efecto, así consta en las capitulaciones matrimoniales de Juan Francés y Casilda Guerrero, celebradas el 15‑VI‑1591; es decir, 21 días antes del casamiento de la pareja. La escritura correspondiente va precedida de una licencia, otorgada por el Alcalde, Juan Ximénez de Bea, a Mari Pérez, madre del novio, para hacer mandas y concluir el matrimonio de su hijo, precisamente porque su marido, Juan Francés, estaba “absente de estos reynos, hacia más de 20 años.” Comparecieron en dichas capitulaciones, por parte de la novia, su tutor, Pedro Navarro, su tío Juan Navarro, vecino de Corella, y Diego Navarro, vecino de Fitero; y por parte del novio, su madre Mari Pérez. La escritura contiene tres capitulaciones: 1) Pedro Navarro manda a Casilda la cuarta parte de un solar, colindante con Catalina Navarro y Bertol de Bea, no debiendo partirse, “mientras no vengan sus hermanos”. Además le manda “una cama de ropa conforme a su estado y un manto descoto”.  Su tío, Juan Navarro, “le manda dos ducados y, en nombre de su hermana Catalina, le manda tres ducados, los cuales le dará en cobrando de los menores de Martín Navarro, y dan facultad a dicho Juan Francés, para que, consumado este matrimonio, pueda vender el solar; 2) “Mari Pérez manda a su hijo, Juan Francés una casa en que de presente vive, confrontada con casas de Miguel Navarro y con casa de Pedro Alvarez, con condición de que le hayan de dejar vivir en ella, mientras ella viviere, y no la puedan sacar de ninguna manera, ni ella a ellos, quedando libre para los desposados, después de la muerte de aquélla; y más, le manda la mitad del sembrado que de presente tienen y que todo junto lo gocen a medias”; 3) Los contrayentes quedaban obligados a que, siempre que viniesen los hermanos de Casilda, restituirían al tutor la parte que de ellos les prestaren, y en el ínterim que no vinieren, no se les pudieran pedir. Firmaron la escritura como testigos Diego Navarro y Andrés de Cuenca, vecino de Fitero, y Pedro y Juan Navarro. Mari Pérez, que no sabía, no lo hizo. Por supuesto, también firmó el escribano, pero como Miguel de Uterga, en vez de Miguel de Urquizu y Uterga, que era su firma acostumbrada  ([37]).

Como se ve, por estos antecedentes, las relaciones de Pedro Navarro, padre adoptivo de Palafox y el matrimonio Juan Francés‑Casilda Guerrero, eran familiares y ello explica que, cuando nació Juanico, le encargara al matrimonio que bautizase al niño, pues que, a la sazón, era época de Baños, y Pedro y su mujer, Ana de San Juan, tenían que atender a los bañistas, a 4 kilómetros del pueblo.

Juan Francés y Casilda Guerrero tuvieron hasta 1610, siete hijos: dos varones y cinco mujeres de las cuales debieron morir en la infancia dos, por hallarse repetidos sus nombres; una María, bautizada el 13‑V‑1594, y una Catalina, bautizada el 28‑VI‑1604 ([38]). Para cuando nació Palafox, habían ya tenido cinco.

Juan y  Casilda también fueron favorecidos por la Abadía, pues en 1598, les dieron en arriendo el Batán [39]  y en 1601, un censo perpetuo ([40]). En 1604, habiendo caído Casilda enferma de gravedad, hizo testamento el 28 de octubre, nombrando como herederos a sus hijos Lucas, Juan María Ana y Catalina ([41]). Esta Catalina debió morir después del testamento, pues Casilda, repuesta de su enfermedad, tuvo otra niña, el 26-X-1605, a la que pusieron el mismo nombre.

No sabemos cuando murió Juan Francés, pero sospechamos que fue antes de terminar el año 1629, pues las mujeres no podían hacer escrituras públicas, sin permiso, debidamente autorizado, del marido, y en dicho año, aparecen una obligación de Mosen Joseph con Casilda Guerrero y una venta de Diego Navarro, de Saelices, a la misma ([42]). En todo caso, Casilda Guerrero falleció el 7-XI-1634 y fue enterrada en el tercer arco de la iglesia ([43]).

                En fin, respecto de Miguel de Cuenca, padrino de Palafox, nos ha sido imposible conseguir su identificación. Resulta que, cuando nació Palafox, había en Fitero, por lo menos, tres Migueles de Cuenca, dentro de una misma familia: abuelo, hijo y nieto. El abuelo vivía todavía en 1606; y el nieto estaba ya casado en 1601. ¿Cuál de ellos fue...? Los Libros parroquiales de la época son lacónicos y, rara vez, consignan algún detalle significativo, que sirva de pista; y en cuanto a las escrituras de los Protocolos de Miguel de Urquizu, relativas a los Migueles de Cuenca, se refieren a negocios, como, por ejemplo, una de 1595, sobre las “cuentas de la administración que tuvo Miguel de

                Cuenca de la carnicería de Juan Navarro” ([44]).

                VII. Médicos y maestros de la infancia de Palafox.
   
                Como ya hemos consignado anteriormente, la nodriza de Palafox, María Navarro, solo pudo darle el pecho, durante nueve meses, al cabo de los cuales hubo de renunciar a ello, porque se había quedado embarazada. Entonces
lo recogieron Pedro Navarro y su mujer, Ana de San Juan, porque ya se iba muriendo ‑confiesa en su autobiografía el mismo Palafox ‑, no hallando quien le diese leche y el matrimonio lo sacó adelante como pudo, “a base de cosas líquidas y pan mojado en vino, cosa que, a los tres años, aborrecería para siempre” ([45]). Es lógico pensar que, en situación tan crítica, Pedro Navarro recurriría a algún médico de la localidad. ¿A cuál...? Es probable que fuera al Dr. Miguel Fuertes, que lo era a principios del siglo XVII. Otros médicos que pudieron asistirle, durante el primer decenio, fueron el Dr. Andrés Asturiano, el Licenciado Roncal y el Dr. Valerio Andaluz. Palafox recuerda, en su Vida interior, que siendo ya un poco mayor, iba a guardar tres o cuatro ovejas que tenía su padre putativo, al par que “aprendía los primeros rudimentos de las letras y de la  fe”  ([46]). Como, a la sazón, no había en Fitero escuela de párvulos y los niños solo iban a la escuela desde los cinco años, es seguro que se los enseñaron los maestros Bertodano y Juan de Ureña.


               


               




               


([1]) Vida Interior es el título póstumo que pusieron los editores a la autobiografía de Palafox; pero él la tituló Confesiones y confusiones de un pecador arrepentido.  Su primera edición data de 1682 y fue hecha en Bruselas por el impresor, Francisco Foppens. La biografía palafoxiana del P. Antonio González de Rosende, de los Clérigos menores, fue la primera publicada en España, con el título de Vida y virtudes del Ilmo y Excmo. Sr. Don Juan de Palafox y Mendoza (Madrid, Julián de Paredes, de 1666). La 2ª edición data de 1671(Madrid, Lucas de Bedmar) y la 3ª, de 1762 (Madrid, Gabriel Ramírez), incluida en las Obras Completas.

([2]) Francisco Sánchez Castañer, La Madre del Virrey de Nueva España, Juan de Palafox y Mendoza, p. 7 (C.S.I.C., Sevilla, 1975). El Sr. Sanchez-Castañer, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, es autor de otras dos obras muy importantes sobre Palafox: I) Don Juan de Palafox, Virrey de Nueva España, de 246 páginas (Zaragoza, Hogar Pignatelli, 1964); II) Estudio preliminar a los volúmenes CCXVII y CCXVIII de la Biblioteca de Autores Españoles, que contienen los “Tratados mejicanos de Juan de Palafox y Mendoza”. Poseemos sendos ejemplares de separatas de este Estudio Preliminar, de 184 páginas (Madrid, Ediciones Atlas, 1968) y del opúsculo sobre la Madre de Palafox, de 13 páginas (publicado en el tomo XXXII del Anuario de Estudios Americanos) regalados y dedicados por el autor, con el que trabamos amistad epistolar, cuando vivíamos en México D.F.

([3]) F. Sanchez-Castañer, opúsculo cit., p. II – La biografía palafoxiana del dominico italiano Fr. Guillermo Bartoli fue publicada en Florencia en 1773, con el título (traducido al castellano) de Historia de la vida del Venerable Sr. Obispo de la Puebla de los Angeles y después de Osma, Don Juan de Palafox y Mendoza. La traducción la hizo en 1782 el carmelita, Fr. Antonio de los Reyes, quien añadió a ella un interesante Apéndice. Fr. Antonio de los Reyes fue postulador, en la Corte de España, de la causa de beatificación de Palafox.

([4])  F. Sánchez‑Castañer, opúsc. cit. p. 2 ‑ La biografía palafoxiana del P. Gregorio Argáiz todavía inédita, se titula Vida del Excelentísimo Señor,  Ilustre Prelado, Venerable y Exemplar Obispo, Don Juan de Palafox y Mendoza. Fue escrita en 1660 y se conserva en el Archivo de la Catedral de Burgo de Osma. Su afirmación sobre la madre del Venerable se encuentra en el folio 424 v.

([5]) Sor Cristina de la Cruz de Arteaga, Una Mitra sobre dos Mundos: la del Venerable D. Juan de Palafox y Mendoza, p. 20 (Sevilla, Gráficas Salesianas, 1985). Es la biografía palafoxiana más moderna y más completa, hasta hoy. Consta de 840 pp. Y su precio inicial, 3.500 pesetas.
([6]) Cita de Sor Cristina, en Una Mitra entre dos mundos, p. 21.
([7]) Cita de Sor Cristina, en Una Mitra entre dos mundos, p. 21.
([8])  Sor Cristina, Ob. Cit., p. 24.
([9])  Fr. Antonio G. de Rosende, Ob. cit. libro I, cap. I, párrafos 5‑6.
(11) Francisco Sánchez Castañer, opúsc. Cit., pp. 9-10.
([11])   Cristina de Arteaga, Ob. cit. pp. 20-21.
([12]) Ver pp. 5-13 de este mismo volumen.
([13] ) Una Mitra sobre dos Mundos, pp. 4-5.
([14]) González de Rosende, Ob. cit. c. I, párr. 7 y 9, pp. 4 y 5 de la 3ª edición.
([15] ) Manuel Abella, Diccionario Geográfico‑Histórico de España por la Real Academia de la Historia, sec. I, t. I, p. 281
([16]) Miguel de Urquizu, Protoc. de 1598, ff. 153-56 – “Autos de los milagros de San Pedro del Baño”.
([17]) Ver, en este mismo volumen, el texto íntegro de la carta aludida en el capítulo dedicado a la correspondencia de Manuel García Sesma con Sor Cristina de la Cruz de Arteaga, pp. 59-63.
([18])  “Conocimos a Sor Cristina, en el invierno de 1960, estando de vacaciones en España, pues vivíamos, a la sazón, en México. La insigne religiosa fue Doctora en Filosofía y Letras por la Universidad Central (hoy Complutense) de Madrid y su tesis doctoral versó precisamente sobre el Venerable Palafox, que figuró entre los ascendientes de su familia. Muy joven, se dio a conocer como poetisa, con un libro de versos, titulado SEMBRAD, cuya edición de 1925 fue prologada por D. Antonio Maura y Montaner. Fue hija del Duque del Infantado y Marqués de Santillana y Ariza, D. Joaquín de Arteaga y Echagüe. Viviendo en Francia, ingresó en un convento de monjas benedictinas (Santa Cecilia de Solesmes, 1927), del que pasó, ya en España, a otro de monjas jerónimas. Conservo varias cartas de ella (ver páginas 63-66) y un ejemplar de la 4 edición de su libro SEMBRAD, que me regaló con esta dedicatoria: “A D. Manuel García Sesma, mi colaborador en la investigación palafoxiana y mi colega en los “decires” ‑ Cristina de Arteaga ‑ Sevilla, 8 de diciembre de 1982. En una tarjeta adjunta me decía: “Tengo terminado mi trabajo sobre el Venerable Palafox. Ahora pido a Dios que me conceda un editor que se atreva con él. Se trataba de. UNA MITRA SOBRE DOS MUNDOS. Por fin, lo encontró, pero Sor Cristina murió el 13‑VII‑1984, sin verlo publicado, apareciendo en 1985 (Ver reseña de Manuel G. Sesma en la Revista Fitero-85).
([19]) Ver páginas 45 y 46.
([20]) Miguel de Urquizu, Protocolo de 1598, ff. 153-56. A. P. T.
([21]) Libro I de Bautizados y Casados, f. 21. A. P. F.
([22]) Idem, f. 103 v. A. P. F.
([23]) Idem, ff. 65, 74 v, 83, 91, 97 y Libro II, ff. 4 v., 14 y 23. A. P. F.
([24]) Idem, f. 91 v.
([25]) Juan de Palafox, Vida Interior c. III, p. 18 – Edición de 1772 – Madrid, José Doblado.
([26]) Miguel de Urquizu, Prot. De 1591, f. 84.
([27]) A. G. De Rosende, Ob. Cit., c. II, ff. 10 y 12.- Edición de 1671.
([28])  Libro III de Casados y I de Difuntos – Murió el 15-XI-1624.
([29]) Sor Cristina de la Cruz de Arteaga, la personalidad humana de Don Juan de Palafox y Mendoza, a través de sus relaciones familiares, conferencia dada en la Semana de Estudios Palafoxianos, celebrada en Burgo de Osma,   del 2 al 7 de agosto de 1976 e incluída, con todas las demás en un volumen de 236 páginas, titulado “El Venerable Obispo, Juan de Palafox y Mendoza”, pp. 39-64 – Madrid, Clasas-Orcoyen, 1977.
([30]) Sor Cristina de Arteaga, Una Mitra sobre dos Mundos, p. 29.
([31]) Fr. Antonio G. De Rosende en su biografía de Palafox, incluida en sus Obras Completas, t. I, f. 247, nº 5, nota 2 de la Regla de Penitencia voluntaria. Y comunicación de Sor Cristina, en carta del 31-V-1978 (Ver página  64-65).

([32])  Sor Cristina de Arteaga, La personalidad humana..., p. 63. También en las Cartas palafoxianas del 10 y 17 de julio y del 12 y 25 de septiembre de 1638, a su hermano, el III Marqués de Ariza. Asimismo en Una Mitra sobre dos Mundos, p. 88.
([33]) Fr. Antonio G. de Rosende, Libro I, c. II, p. 9 – Edición de 1671.
([34]) Libro I de Bautizados y Casados, f. 91 v. A. P. F.
([35]) Libro II de Bautizados, Confirmados y Casados, desde 1584 hasta 1623, f. 62 v. A. P. F.
([36]) Idem, f. 195. A. P. F. Y también Prot. De Miguel de Urquizu de 1591, f. 329. A. P. T.
([37]) Miguel de Urquizu, Prot. De 1591, ff. 329-30. A. P. T.
([38]) Libro II de Bautizados y Casamientos, ff. 26 v, 40 v, 48 v., 65 v., 84 y 102. A. P. F.
([39]) M. de Urquizu, Prot. de 1598, f. 508. A. P. T.
([40]) Idem, Prot. de 1601, f. 45. A. P. T.
([41]) Idem, Prot. De 1604, f. 106. A. P. T.
([42]) Id. Prot. de 1329, ff. 205 y 327. A. P. T.
([43]) Libro III de Casados y I de Difuntos. F. 285. A. P. F.
([44]) M. de Urquizu, Prot. De 1595, f. 433. A. P. T.
([45]) Juan de Palafox, Vida interior, V. 3. Y Sor Cr. De Arteaga, Una mitra sobre dos mundos, p. 5.
([46]) Idem. Prot. De 1607,ff. 416, 417; y de 1609, f. 264. A. P. T.

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