domingo, 10 de abril de 2011

LA NEVERA DE LOS FRAILES

LA NEVERA DE LOS FRAILES

En el plano del término municipal de Fitero, levantado por los técnicos del Instituto Geográfico y Catastral (hojas 281 y 282, segunda edición, Madrid, 1952-53), se ve, en la margen derecha del río Alhama, un pequeño camino, paralelo, aproximadamente, al lecho de la corriente, el cual va desde el poblado hasta La Vega y lleva el nombre de Camino de Valverde o de las Eleras (así en plural y sin hache, con ortografía arcaica).

Las Eleras son un paraje del término de La Vega y, como ha ocurrido con la mayoría de los topónimos, es evidente que a este paraje no se le adjudicó tal nombre sin más ni más, sino porque, efectivamente, en los siglos pasados, hubo en él varias heleras.

Helera es un navarrismo equivalente al castellano nevera o "depósito donde antiguamente guardaban la nieve", como dice Martín Alonso, en su Enciclopedia del Idioma (T. II, pág. 2.236 - Madrid, Aguilar, 1958).

Ahora bien, como helera es un vocablo más antiguo que nevera, y éste último solamente aparece registrado, desde el siglo XVII, hay que deducir que, con anterioridad a esta época, los fiteranos tenían ya la costumbre de recoger nieve en depósitos más o menos toscos, durante las nevadas invernales.

Y por supuesto que no les faltaban razones para ello, pues el clima de Fitero es seco, su nubosidad es escasa y, por consiguiente, las lluvias y las nieves también lo son.  Por otra parte, en los siglos pasados, los vecinos del pueblo carecían de agua verdaderamente potable y aun cuando bebían la de algunas fuentes, como la de Hospinete, y posteriormente, la de algunos pozos públicos que se abrieron en el poblado, y de los cuales es una reminiscencia la llamada Calle del Pozo, dicho líquido no era culinariamente aprovechable, por lo que todavía, en el primer cuarto del siglo actual, las amas de casa guisaban con agua del Terrero: una balsa excavada hacia el NE. del pueblo, junto al camino de Grávalos, ya desaparecida, la cual recogía una parte de las precipitaciones pluviales, que descienden de la Atalaya y de las partes más altas de su plataforma septentrional; respectivamente, en los días de tormenta, acompañada de fuertes aguaceros.

Así, pues, no es de extrañar que los antiguos fiteranos se apresurasen a almacenar nieve en sus rústicas heleras, donde la guardaban para las épocas de calor, como un tesoro caído del cielo.

Esas heleras estaban situadas, como es lógico, en los sitios más frescos del término municipal, como son los parajes que bordean la orilla derecha del río Alhama, a la sombra de las rocas aledañas.

No debían ser muy numerosas, porque tampoco lo era el vecindario siendo lo cierto que no queda actualmente de ellas ningún vestigio.

Excepto de una: la Nevera de los Frailes, que era la más importante.  Se llama así, porque perteneció y fue construida por los religiosos cistercienses de la Abadía de Fitero, fundada por San Raimundo en 1152 y suprimida en 1834.



La Nevera de los Frailes está situada en una ladera del Castillo: un monte así denominado, porque en él se alzó, durante la Edad Media, la fortaleza de Tudején.

La Nevera es una construcción circular, de unos  metros de diámetro y de unos 12 de profundidad, ateniéndonos a lo que puede apreciarse en la actualidad.  Su bóveda es de ladrillo, y el resto, de piedra, tan abundante en el lugar.  Tiene cuatro huecos o ventanas a ras del suelo, y termina en una cúpula amplia, pero baja, cubierta de yerbas y de matojos.

A juzgar por su trazado y por el nombre con que se la conoce, de Nevera y no de helera, debe datar, a lo sumo, de la segunda mitad del siglo XVI.

A partir de la exclaustración de 1834, la Nevera de los Frailes quedó totalmente abandonada, y aunque todavía se conserva en estado no muy ruinoso, acabará, como es natural, por hundirse y cegarse por completo, a más tardar, en el siglo próximo.

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